Lo que Ivan Illich, escéptico y contestatario, polémico y ecléctico, extraordinario explorador de archivo y de biblioteca, pretendió desmontar, desde una mirada «arqueológica» y una investigación constante, son las interpretaciones convencionales de la modernidad. Para esto, sin ceder nunca a tentaciones ideológicas, realizó una revisión crítica radical de sus instituciones y del «buen sentido» que las sistematiza, una puesta en cuestión, metódica y en continua evolución, de los sentidos y los usos de los dispositivos de poder. El inestimable valor de la herencia de Ivan Illich es el de un pensamiento infatigable que no acepta que la naturaleza humana quede reducida a un simulacro de sí misma, despojada de sus connotaciones de género y sujeta a la esclavitud del mercado.